domingo, 29 de diciembre de 2013

papá

Hoy hace 23 años que murió mi padre, mi maestro.


Idealizar a los que ya se han ido es tan fácil como fantasear con los amores imposibles. Aquellos a los que nuestra memoria selectiva se empeña en ensalzar lo bueno y desdeñar lo regular, obviando lo malo.

Qué decir de mi padre? 

Un señor serio, exigente, trabajador, a menudo ausente, limpio, ordenado, pulcro. Nunca me pegó, con su mirada ya sabías cuando tocaba estarte calladita. 

El mismo hombre que contaba unos chistes malísimos, que cuando me daba un abrazo me sentía como si me rodeara un castillo entero, que tocaba la zambomba y la pandereta con sus nietos cada navidad, que jugaba con nosotros al dominó las noches de verano, el que preparaba los mejores mojitos del mundo mundial.  

Le gustaba escuchar a Gilbert Becaud, Edith Piaf, Luis Mariano, Serrat... 


Daba buenos consejos que eran como sentencias, me explicó que la vida te hace callo, que los sinsabores, las frustraciones, los errores... te endurecen. Entonces me sonaba a chino (ahora casi que también).

Me decía que estudiara, que trabajara, que fuera independiente y autosuficiente para que si quería estar con alguien fuera porque si. Qué razón tenía!. 

Era, entre otras profesiones, profesor de francés, fue uno de los muchos niños refugiados en Bélgica, durante la guerra, confieso que nunca me enseñó el idioma de los gabachos.

Ibamos de excursión a Segovia, Toledo, Avila...  a veces protestábamos, ahora me parece una suerte. Nos llevaba unos días a la playa en verano, descubrió el sitio de nuestro recreo (La Adrada). Les hacía "la" foto cada año a los nietos para ir viendo como crecían y añadir a los nuevos...

Mi embarazo precoz, mi traslado a Valls, y quinientas cosas más de la vida nos podían haber distanciado y se que le disgustaron enormemente pero nunca dejamos de querernos, me escribía cartas, alguna vez venía a vernos, nosotros íbamos en navidad  y a veranear, juntos.


Claro que yo hablo por mi, seguro que mis hermanos y mi madre tienen recuerdos y conceptos muy diferentes a los míos, incluso mis hijos y sobrinos. 


Cuando al mirarme al espejo a veces veo su cara en la mía, me impresiona.

Lo que si sé es que cuando nacieron Jaume, Elena (mis hijos pequeños), Emma y Manu (mis nietos) sentí que me dolía lo que se perdían mutuamente.



Gracias papá, para mi eres el mejor y te sigo queriendo, un abrazo de los tuyos.

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