sábado, 12 de julio de 2014

acompañando

Curiosamente en mi última entrada os hablaba del proyecto "acompanya'm". La vida, o mejor dicho la muerte, me ha impulsado a acompañar mínimamente a una familia que acaban de perder a un hijo, un hermano, un hombre joven... 

Supimos la noticia el sábado pasado, yendo en bici... simplemente nos volvimos a casa. Quien es? Cuantos años tiene? Conocemos a sus padres? Tiene hermanos y/o novia?

Fuimos siguiendo la información a través de Internet. El lunes, por fin, trasladaban a... (ya sabíamos su nombre).

Quedé con una amiga, comimos, la acompañé a unos asuntos, volvimos, nos tomamos un café y le dije: por hoy ya vale, me voy a casa que estoy muy cansada... y de pronto sin saber ni como estaba a las puertas del tanatorio.

Llegué allí por puro instinto, seguí "la llamada de la selva". Me planté y entré, pregunté por la madre y... allí estaba, velando a su hijo, deshecha (cómo iba a estar?). Nos abrazamos, le cogí la mano, me senté a su lado y sentí que nos acompañábamos, dos desconocidas unidas porque compartíamos ese dolor indescriptible. 



(Con la diferencia de que yo llevo más de tres años en el proceso y ella llevaba apenas dos días).

Hoy hace una semana de su ausencia, sigo acompañando en la distancia a todos ellos. Respeto profundamente el tiempo y el recogimiento necesario para respirar, para permitir que entre una miaja de aire en el pecho, esa zona especialmente dolorida.


Desde aquí quiero agradeceros a todos permitir mi "intromisión", aceptar mi compañía... a las personas que os acercasteis y nos dijisteis palabras tan precisas y preciosas, al acompañamiento que sentí alrededor vuestro, por momentos mío, definitivamente nuestro. A la pequeña porción de cercanía que la vida me permitió compartir.



Sabéis que os envío un abrazo fuerte con toda la ternura.


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