jueves, 13 de marzo de 2014

emoción


Hoy hace cuatro años Elena y yo vibrábamos ante el televisor, como tantas y tantas personas aficionadas al ciclismo y/o a Xavi. Un final de etapa emocionante, muy vivo y vivido.

Él fue feliz, luchó, se esforzó, estaba preparado, su constancia y pasión le llevaron al triunfo, una victoria merecida y esperada, un podio significativo para su carrera profesional, una gran alegría para todos nosotros.

Hace unas horas he visto las imágenes, uff... hoy mi llanto es más activo que otras veces. 

Estos días ando revueltilla por los muchos cambios y tal vez ello me haga estar más sensible, el caso y la cosa es que hay momentos en los que llevarle en el corazón es insuficiente porque daría lo indecible por un abrazo, por escuchar su voz, por ver su sonrisa, por mirarle a los ojos... 

Entonces necesito desconectar un poco para dejar salir el dolor de la tristeza profunda porque yo sigo viva y toca vivir... con lo cual cuando recupere fuerzas tendré que volver a salir al mundo y pedirle por favor a mi sonrisa que vuela a iluminar mi rostro apagado.

Volveré a subirme a la escalera, con la brocha o el rodillo para darle color a esta nueva etapa que estamos empezando, el reagrupamiento familiar, juntos sin revolver para darle una patada a la crisis.

Ahora... toca emocionarse recordando, recordándole sintiendo esa punzada agridulce en mitad del pecho, a la altura en la que sobrevive el amor, a regañadientes, abriéndose paso entre tanto alboroto visceral.

Hay quien se sorprende ante las personas que compartimos en público sentimientos profundos, sin pudor, sin anestesia, desde la simplicidad... siempre les queda la opción de dejar de leernos, así sin más.


Xavi... hoy también te quiero

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