viernes, 26 de mayo de 2017

... undía

Seis años y un día suena como a condena. Así me levanté yo ayer, a deshora, rara, desganada, como castigada de cara a la pared. Un asco.

Sentada en la silla de la cocina, sin reaccionar, hasta que permití que saliera el bajón, como si fuera la resaca del 23 (sin beber), entonces mi mente dió via libre a pensamientos disonantes, lo cual abrió el canal lagrimal. 

Me sentí en un momento sola, hundida, desesperada, rota, sin consuelo.


Vale Emma, tranquila, párate un rato, llora y siente el desgarro... 

Al cabo de un rato incalculable me fui diciendo a mi misma que al igual una ducha y un obligarme a salir a algún recado me podría animar, aunque fuera sin apetecerme ni una miaja.

Entonces mi reflexión es ésta: qué "fácil" y comprensible es anclarse en el dolor, pero que vida más cansina desde esa actitud. Es decir que gestionar las emociones pasa por sentirlas, permitirlas, vivirlas, sufrirlas, soportarlas... y luego sacarse las pulgas para volver a empezar.

El decaimiento puede ocurrir aleatoria-mente dado que los detonantes son múltiples y variados. Desde una fecha hasta un olor, color, sabor, recuerdo o un vaya usté a saber. Cualquier detalle en cualquier momento puede desatar la tristeza latente. De la misma forma que, con un poco de voluntad, siempre hay situaciones, personas y/o cosas que nos pueden ayudar a salir del pozo.  

Lo llamamos agarrarse a un clavo ardiendo, pero aunque te haga una ampolla en el dedo, mismamente como la que tengo yo ahora, si ello nos ayuda a sacar la nariz y asomar los ojos... es bien. (Gracias, por supuesto, a todas las personas que recordáis a Xavi con afecto y que estáis a mi/nuestro lado mandando cariño y fuerza). 

El periodo de cadencia del decaimiento depende del momento vital y personal, es importante entender que luchar contra ello es casi peor porque va haciendo hueco por dentro y se pudre. Ni siempre triste ni negar la aflicción, incluso sonriendo de vez en cuando. 

El caso y la cosa es que, una vez en la calle me vine arriba y hasta me fui a buscar dos estanterías, que yo misma monté por la tarde. 

Después tuve visita sorpresa y fuimos a garbear un rato con mi amor renacuajo. Pasear a Poma, perseguir patos... 


Hoy vuelvo a la "normalidad" raruna.

Como decía mi padre "ni si ni no sino todo lo contrario".


2 comentarios:

  1. Ahi estamos, en el centro de una especie de vacio q a veces se llena y otras se expande... No queda sino batirse, como Alatriste. Y tirar palante. Estas batallas han de ganarse.
    Mil besos.

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  2. Gracias Sara, ahí estamos, tirando palante. Besos del alma

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