martes, 27 de junio de 2017

madre

Mami, ya está, ya estás, ya estamos. Gracias.

Vine a este mundo a través de ti (y de papá). Tenemos una buena saga de descendientes. 

Cómo puedo describir lo que siento? Es fácil: estoy bien, tranquila, cansada, triste, calmada. Agradecida por haberte podido cuidar y también por haber delegado tu cuidado cuando mis fuerzas estaban al límite y peligraba, aún más, nuestra relación.

Aliviada porque se alargaba hasta asfixiarnos tu mala salud. Asistir a la lenta pérdida de tus capacidades, tanto físicas como cognitivas, acompañando tus resistencias y dándonos un margen para respirar y desintoxicarnos mutuamente. Seguir estando alerta, cerca pero lejos (y viceversa). Tomar decisiones sin ya poder consensuarlas contigo, en algunos momentos críticos, intentando ser coherente y contundente... Uff!!

Creo que el aprendizaje de vida contigo da para varios máster. Me veo en ti y sé lo que quiero para mi y mis hijos, lo que debo seguir mejorando y también lo que prefiero obviar. Los padres sois nuestros primeros maestros, en vosotros vemos lo que nos resuena y lo que nos acojona. Los valores a fomentar y transmitir, las cosas a pulir, evitar, transformar, mejorar, continuar o... simplemente pasar página.  

Gracias por estos 60 años en los que he escogido ser fuerte y valiente. He aprendido a trabajar el agradecimiento, la tolerancia, el perdón, la paciencia e incluso a poner límites. Las relaciones humanas y la convivencia hacen que salga lo mejor y lo peorcito. Me quedo con esas risas esporádicas.

Hay muchas cosas buenas, me enseñaste a comer fruta y verdura, a cuidar las plantas, a caminar un rato cada día, me inculcaste el placer de la lectura. Al tiempo que escogí plantarme en otros aspectos y actitudes distantes a mi esencia. Ya sabes, la hija díscola y rebelde.

Gracias por escucharme momentos antes de dejar de respirar, por permitir que nos despidiéramos con mucho amor, e incluso por ese beso último, espontáneo, desde el corazón, que te di justo antes de que te "cerraran". Estabas fría pero sin sufrimiento. 

Me quedo con tus canciones de cuna, ya tan lejanas, y con aquel "Jesusito de mi vida... " ahora ya mío para siempre. 

Seguiré viviendo, amando, leyendo, conversando y cultivando mi ternura. 
Te envio una miaja que te acompañe en este viaje.


Muchas gracias a todas las personas que nos habéis acompañado estos días. La frase "te acompaño en el sentimiento" es bien, siempre que sea de verdad de la buena. Nos vemos, nos hablamos, nos sonreímos, nos añoramos, nos queremos... 



2 comentarios:

  1. Emma, impossible llegir-te i no vessar alguna llàgrima amb les teves lletres dedicades a la mare; penso que tots els que et llegim ens les fem nostres. Gràcies per expressar els teus sentiments i els meus. Una abraçada.

    ResponderEliminar