miércoles, 14 de octubre de 2020

tiempo

Aceptar la temporalidad suele ser una signatura pendiente, en general. Somos terrícolas mortales. Nos suele encantar el contacto directo con nuestras personas favoritas. Conversar, abrazar, mirarnos a los ojos... compartir vivencias. 

El dolor y desesperanza que sentimos ante la muerte (de nuestros seres queridos) puede alterarnos la coherencia. Loamos la lucha sin cuartel para mantener un hilo de existencia, incluso cuestionando a aquellos que se "rinden" ante su final.

Rendirse? Transigir? Uff! Y qué me contáis de las muertes súbitas? En ellas la vida se corta de golpe, sin más. Os aseguro que falta el aire, notas el desgarro incluso físico...

Pero digo yo, será mejor hablar de vida y, de paso, vivirla. Hacer lo que más nos guste y cultivar las relaciones. En estos tiempos convulsos en los que me resuena aquello de "disuélvanse!", elijo seguir compartiendo (y debatiendo) con "mis" mejores humanos. 

Admiro, sin ir más lejos, mi tomatera espontánea llena de flores y en la que va creciendo un tomatico (ahora ya son cinco). A algunos os parecerá cursilandia pero os confieso que, en llevando varias semanas a tope de sinsabores, desencuentros y preocupaciones mundanas varias... Disfrutar mis flortis me aporta una miaja de ilusión.


También ayudan: algún libro, una nueva labor, alguna serie de tv, algo de música, una que otra sonrisa (con o sin mascarilla), conversaciones amigables... y aquel sueño bonito en el que Xavi estaba tomando algo con nosotros (aunque sólo le veía yo).

Paso a paso, entre viento, nubarrones y sol. Que nunca sé si salir con paraguas, abanico, rebequita o directamente botas y anorak. Pues así mismamente van pasando los días. Ni bien ni mal sino todo lo contrario.

Contenta también de momentos bonitos con seres afines. Es bien. 

El resto, ya sabéis... lo vamos viendo 




lunes, 31 de agosto de 2020

63

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"Hacemos el balance de lo bueno y malo... (14/07/2020)"

Estoy buscando canciones de 1.957 y aparecen varias de Elvis, genial. Sigo sin saber bailar pero cuando escucho
Jailhouse Rock se me van los pies. Madre mía, qué viejuna 
soy!.

Volviendo al cómputo anual da un poco de vértigo, ha sido una vuelta al sol llena de acontecimientos. Incluida la pandemia/confinamiento mundial. Muchos cambios, algunos incluso para bien, otros reguleros (varios bastante jodidos).

Estos días pienso mucho en la temporalidad y en cómo de relativo es el invento del tiempo


Este verano, por ejemplo, ya casi está acabando y sólo he ido un par de días a la playa (apenas uno a piscina). Es lo que hay. Alguna birra/vermut esporádicos, poco más (y seguir currando).

La vida, ya se sabe, a veces es una miaja desaborida. Se trata de recordar que seguimos vivos y mantenernos a la espera, sin desesperar. De mientras siempre podemos "ir haciendo", algo así como el dímelo hilando. Respetando 
la siesta, of course.

Disfrutando también de las magnificas puestas de sol, por ejemplo esta que captamos durante un dominguero paseo por el puerto madre/hija.


De momento he abierto la caja (y bolsas adyacentes) de mi rincón de labores... tenía como diez o doce sin terminar! Ahora dedico un rato cada tarde a acabar lo empezado, me gusta. Primero me enfadé conmigo misma, en plan auto-reproche, ahora me encanta ver cómo va quedando todo.

Me sigue gustando el verano, aunque sude a mares. Incluso és
te que viene siendo un poco de secano. Pero sí, ande estén unas sandalias y ropa fresquita, dormir con la ventana abierta, días largos llenos de luz, ese placer de una bebida bien fría... vaya que hasta he recuperado los polos de limón!.

El caso y la cosa es que el invierno sigue siendo más largo que la época estival, si bien en teoría duran lo mismo. Osea que, aunque éste estío sea de andar por casa, como dice mi buen amigo Jordi... a disfrutarlo!. 

Como regalo de vida he recibido un par de abrazos extra, 
de esos que reconfortan y despiertan. 

Gracias. Es muy bien.


lunes, 15 de junio de 2020

melodrama

Las personas humanas (especialmente algunas/os) suelen tener una cierta tendencia al melodrama. Podemos ser tan absurda-mente inconscientes como para lanzar frases tipo: me vas a matar a disgustos!. (A mi me lo decía mi mamá).

Me vais a perdonar, yo también tuve mis momentos estelares, en la crianza de mis retoños, en los que perdí los papeles de tal forma que ahora escondería la cabeza bajo el ala (en caso de que tuviera o tuviese). Pero ya pasó, verdad?.

Cómo nos olvidamos de nuestra esencia y permitimos que salga la bruja piruja que llevamos dentro? Uff!! Pues mismamente porque actuamos desde la mente, los aprendizajes, el impulso, la emoción, los miedos, el ego. 

Lo importante es darse cuenta, en algún momento, y cambiar patrones de respuesta. Paso a paso, sin agobiarnos ni sentirnos culpables por nuestra propia cretinez de antaño. 

Gestionando esas tendencias desfasadas, integrando nuevas formas más acordes al cariño, el respeto, la confianza...

A veces escucho cosas que me rechinan, supongo que me resuenan. Qué curioso es observar cómo cambia la visión simplemente con mirar desde otro ángulo. Algunos lo llaman crecer, en siendo pelín viejuna yo lo veo como algo lógico, teniendo tantas vivencias si seguimos sin avanzar es para salir corriendo.

En ésta época tan pesada y confusa, con tanta enfermedad y muerte flotando en el aire, es aún más importante sentirnos vivos. Sentir desde el corazón (aunque os suene flower power) siendo más tolerantes y flexibles

Miren ustedes, a mí es que todo eso de los sacrificios y dejarse la piel y los "te quiero" pero por y para... me aburren soberanamente. Anclarse en reproches o en lo que pudo haber sido es igual de cansino que seguir responsabilizando al vecino del quinto de lo que nos frustró en parvulitos (calla, calla, que yo vivo en el 5º) 😀

Venga, a vivir que son dos días!!. Que sí, que es bien.





miércoles, 3 de junio de 2020

Rosita

Los accidentes nos pillan siempre "en bragas". Estos meses en que toda la información nos aboca a pensar en enfermedad (y muerte) parece que hayan dejado de ocurrir otro tipo de cosas chungas.

Mi gata, adoptada hace casi 6 años, cuando ella tenía 4 (gracias Charo), sufrió un terrible e inexplicable accidente mortal el sábado. Os confieso que aún estoy anonadada. Prefiero obviar los detalles, tanto de la forma como del ataque de nervios que me dio al descubrirla (gracias hijuca por acudir a mi rescate).

Rosita era una minina adorable, cariñosa, mimosa, cercana. Exquisita, también: el agua y la arena relimpias (sino se mosqueaba), el pienso sólo de una marca concreta (se podía estar días sin comer si se lo cambiaba). Lo llenaba todo de pelos gatunos (habría que haberla cepillado más). Se afilaba las uñas en cualquier objeto (excepto en el específico). 

Estos últimos meses se había vuelto inseparable mía, me acariciaba (ella a mí) siguiendo mis pasos por todo el piso y colocándose encima mío siempre que podía. También pasaba horas durmiendo y luego jugaba con una simple goma o con su ratón de peluche. Tal vez a las personas que nunca habéis disfrutado de compañía gatuna os sorprenda mi tristeza, pero es lo que hay.

Nunca he sido de personificar a los animales domésticos ni ponerlos por encima de seres humanos, pero cuando los acojo los quiero y cuido como parte de la familia. En su universo comparten tanto con el entorno más cercano que es fácil encariñarse. Es bien. 

Qué distinto es cuando se puede acompañar la vejez y/o la pachuchez de nuestros seres queridos. La muerte sigue siendo lo que es, definitiva e irreversible, pero cuando es súbita hace falta un esfuerzo extra para aceptarla. Nos muestra que hay que aprovechar el momento presente, cada instante. 

Parece ser, según dice Elena, que en mi estado catatónico al descubrir la catástrofe, sólo repetía que llevo ya muchos muertos y que ya vale. Pero la vida nos pasa la mano por la cara y nos recuerda, constantemente, que todo y todos somos temporales.

Gracias por todos los arrumacos felinos, Roser, siento mucho tu marcha... 
(ahora quien me va a hacer mimos?)    






domingo, 10 de mayo de 2020

Caminante

Ahora que nos dejan salir a caminar recuerdo una reflexión de hace unos meses. Ahí va:

Utilizaba dos tipos de calzado, unos zapatos buenos, cómodos, casi nuevos y unas botas viejunas, muy buenas, deformadas por el uso. Pues bien, se rompieron ambos a la vez. Total que fui a la zapatería a renovar calzado de invierno. Me probé y reprobé media tienda (soy pelín difícil de calzar porque tengo el empeine alto y los pies anchos), encontré unos botines chulos, cómodos y prácticos.

Hasta aquí nada especial, verdad?. Ya te digo, la historia empieza cuando al día siguiente salgo a la calle (para ir al curro) y me doy cuenta de que voy andando raruna, dando pisadas cortas, como sin atreverme a pisar. Y así dos o tres trayectos, hasta que me centro y me atrevo a andar dando pasos firmes. Qué maravilla. Ni me aprietan, ni me molestan. Es bien!

Entonces me viene a la mente cuando de chiquis me hacían andar por una linea recta en el cole, mayormente porque camino con los pies abiertos hacia afuera, (tipo patito feo). Madre mía, las veces que me habrán dicho que ni se me ocurra bailar, que ponga la espalda recta (tengo lordosis), que vaya andares más desgarbados... 

Uff!! Cómo se nos quedan grabados esos mensajes de desaliento. Menudo destrozo hacemos, sin querer evitarlo, con nuestro entorno más cercano. Y lo que nos cuesta luego re-descubrirnos, creer en nosotros y darnos permiso. Tal vez con pisadas patosas, pero dejando huellas  sinceras. 

Si, os lo cuento, bailo fatal, pero me encanta hacerlo y ya ni me acompleja. (Igual que cantar, que tengo un oído penoso, y aún así canto cuando quiero). Conclusión: que la vida sigue siendo temporal y ya vale de tanta tontería, toca que nos queramos una miaja más y nos respetemos nuestras diferencias, jopeta. 

Caminante son tus huellas el camino y nada más...







lunes, 4 de mayo de 2020

diluir

A veces se me diluye la empatía. Estoy procesando cosas intensas, internas. Normalmente empatizo con mis semejantes, pero ahora se me escapa el pensar/sentir que aquello que expresan es poco relevante. El caso es que (a quien sea/lo que sea) le está afectando y yo... a la luna de Valencia.

Ay, es que es cansino ser siempre coherente. Cada uno vivimos nuestras historias como podemos y sabemos. Lo que ocurre es que tengo el listón de los despropósitos muy alto. Será lo que decía mi padre?: Que la vida te hace callo (supongo que se refería al corazón). Menuda época!

Lo que ocurre es que incluso ahora la dilución es casi instantánea. Me explico, las personas que hemos tenido momentos de confinamiento (por otros motivos) tal vez relativizamos más el actual. Sirven como ejemplo episodios de salud, propios y/o de seres muy cercanos, así como los procesos de duelos severos, en los que el silencio y la calma suelen proceder. 

Osea, que andamos todos una miaja desnortados. Los que tenemos que salir porque parecemos delincuentes, los que os tenéis que enclaustrar porque se eterniza. Y la mayoría esperando, deseando, que ésto acabe pronto y de la mejor manera posible. Recuerdo ver la entrevista a un ciudadano confinado en China (al principio de la pandemia) y alucinar. Pues ya tú ves, ahora to el mundo mundial quieto parao.


A ver si se va aclarando la situación y encuentran la fórmula que diluya al puto virus. Mientras tanto la lluvia nos está preparando campos verdes y bosques frondosos para poder pasear en cuanto nos lo permitan. Yo sueño con dar una larga caminata por la playa, ver, escuchar y respirar mar.


Y, por supuesto, diluirme en un abrazo con todas las personas humanas queridas 
(y por querer). Es bien.

(lo escribí hace unos días, lo tenía en borrador... 
ayer mismo fui a caminar por el campo)





sábado, 11 de abril de 2020

Deshacer



Os habéis fijado en cuanto nos cuesta, a veces, deshacer? Sí, des-hacer, en genérico. 

En mi caso la reflexión me ha venido mientras deshacía un trozo de mi labor punticrucera. Resulta que me había despistado al seguir el patrón, ya se sabe, me sale mi innato punto rebelde. Lo cual me ha llevado a decidir si improvisaba sobre el despiste o deshacía para rehacer.

Como se trata de un dibujo que mola pos digo: para qué lo voy a cambiar, y ahí me veis (me ha costado más descoser que recoser-lo). La vida. Eso con el regustillo de verme siguiendo a rajatabla lo que pone en el esquema. 

Por cierto, bueno sería que hiciéramos o hiciésemos una miaja más de caso a los que nos recomiendan/obligan a confinarnos, que por algo será. Que es Semana Santa, pozi, pero en mis tiempos por estas fechas sólo se salía para las procesiones... sabéis que están canceladas, verdad? Pues eso, cada uno en su casa. (Ay señor, que parezco una Rotenmeyer)

La suerte es que me he puesto a ello (lo de hacer labores) en mi terraza florida, al sol. Que veo yo que compartís unos confinamientos ajardinados que dan mucha penica, ya te digo, que si haciendo rodillos en los áticos, que si desayunando en los patios... Pues mi terracica está muy apañá. Ni tan mal.

En fin, el caso y la cosa es que ésto va para largo. Yo, como ya os conté, sigo currando unas horitas al día. Ahora lo llevo mejor, entiendo que está acertado seguir en ello. Los guantes y la mascarilla ya me esperan junto a la chaqueta y las llaves del coche. Las botas casi se quitan solas y las manos agradecen la crema que antes solía olvidar (es que de tanto lavarlas se quedan acartonás).

Por otro lado sigue sin apetecerme especialmente ni leer ni hacer ningún tipo de proeza extra. Seguir el día a día sin perder coherencia, disfrutando aquellos momentos agradables como ver el paisaje desde mi ventana, la sonrisa de la señora que cuido, las margaritas que van saliendo, los vecinos a la hora de aplaudir, las pocas conversaciones.


El silencio también se agradece. Yo que soy muy social y me encanta quedar con personas amigas, charlar mientras nos tomamos un café, unas birras, unos hierbajos o incluso una pizza. Que añoro los vermuts y las tertulias. Pues resulta que esta pausa también es bien.

Os envío un abrazo enorme y, by @muxotepotolobat, cuando necesites... dame un silbidito. 

viernes, 3 de abril de 2020

#YoMeQuedoEnCasa

Hola, cómo vamos llevando el confinamiento?. 

Qué curiosa es la vida, verdad?. De pronto nos para, así, de golpe y porrazo, a todos a la vez. Aunque cada país sigue sus propios protocolos... El caso y la cosa es que la pandemia es mundial! Uff (servirá para algo?). 


Acabo de salir al balcón a aplaudir a nuestros ángeles terrenales, los que velan por nuestra salud, cantidad de seres humanos a los que respetamos y agradecemos que sean y estén. Mucho. 
Me gusta vivir y compartir ese momento diario. De paso voy conociendo a los vecinos de enfrente, parecéis majetes (encantada). Gracias también por la música.

Yo sigo currando, como muchos ciudadanos. Mi humilde trabajo se considera "servicio esencial" por atender/asistir a una persona mayor (especialmente vulnerable). Os confieso que tengo momentos de todo, dudas, responsabilidad, inquietud.  Me planteo el día a día y lo de "lo vamos viendo". Me da cosica salir, pero voy con guantes, mascarilla y toda la pesca. 

La lluvia ayuda a quedarse en casa, sin duda, aunque echo de menos el sol, ese que hace que el cielo brille. Ahora también brilla... por su ausencia!. Quiero pensar que detrás de las nubes sigue habiendo aquello enorme y azul. Confiaremos en ello, igual que confiamos en que la confinación nos devuelva la confianza. Conciencia, extremar las medidas recomendadas y respirar profundo.

Menudo lío, momento histórico, sin duda, en el que algunos aprovechan para repartir histrionismo a diestro y siniestro. Todos tienen consejos, aunque algunos sean aquello de "consejos vendo... ". Pero vamos, que yo me niego a entrar en pánico. (Sin flower powerez ni catastrofismo). 

Otra historieta es lo mal acostumbrados que estamos a tener todo al alcance de la mano (a veces tb del bolsillo). Ahora da igual que se te caiga un empaste, se te rompan los zapatos o necesites un par de pantalones. Ni unas simples calzorras podemos comprar. Ya ni hablemos de dar un sencillo paseo por la playa o el campo. Puta vida. 

Ni me apetece leer, ni escribir, ni filosofar. Sabéis qué hago? Punto de cruz, así, sin más (y sin menos). He recuperado una labor que tenía abandonada hace años y es como una forma bonita de desconectar y recuperar calma. Bueno, también coloreo mandalas. (Y las tareas domésticas, claro).

Aún así, hoy por hoy, me sigo sintiendo afortunada. Es bien?.
(Desde aquí un abrazo inmenso a todos los/as afectados/as por el covid-19)





domingo, 1 de marzo de 2020

Bonitas

Hay personas bonitas, incluso muy bonitas. Me refiero a esas naturalezas (rara avis) que ni juzgan, ni critican, ni se quejan, ni cuchichean o maldicen. Aquellas personas humanas que humanizan la humanidad. Agradecidas y que se agradecen.

Da un poco igual que dichos seres sean guapos/as por fuera. Cuando conoces a una de estas personas y deja entrever un alma noble, de esas que resuenan una miaja con tu propia esencia, sientes como unas cosquillitas en las entrañas.

Estamos tan hartos de gente aburrida y fea que tener la suerte de compartir un trocito de tiempo (y de vida) con personal achuchable devuelve un poco la esperanza de recobrar la chispita perdida.

Sí, lo confieso, ando deschispada. Todo es temporal y esto, también pasará. Me miro en el espejo de "mis" personas bonitas y me recuerdo que todo puede mejorar, empezando por apartar de mi mente pensamientos negativos, de esos que contaminan.

Busquemos gente guapa, porfi, que "haberlas haylas" y vale mucho la pena coincidir con ellas, escudriñar en esos recodos de nuestro foro interno, animarnos a dejar salir esa calidad más protegida (por miedo al dolor).

En serio, la vida se vuelve insípida desde la fealdad, e incluso puede llegar a amargar o agriar-se-nos. Ande esté un poquito de dulzura, sin empalagar, un pelín de ternura, sin ñoñez y alguna que otra sonrisa acompañada de miradas cómplices... 

Si nos miramos en reflejos reguleros toca contener el vicio de sacar las partes feuchas. Claro que sin sombra la luz se vuelve opaca, pero es que ahora está de moda el brillibrilli, osea que mejor cristales de colores.


Es bien ser persona bonita, te apuntas?













martes, 25 de febrero de 2020

morir

Estos días la muerte vuelve a ser protagonista. 

Situaciones muy intensas en las que he sentido, pensado y vivido mucho. Observando mis propias emociones y reacciones, al tiempo que las del entorno más cercano a la persona enferma. 

Momentos de incomprensión, contención y tristeza (incluso de sentirme de otro planeta). También de aceptación, generosidad y, finalmente, esa especie de cansancio tranquilo al dejar de padecer (físicamente). 

Me ha tocado vivir muchas muertes próximas y en cada una el dolor es diferente, pero el denominador común sigue siendo que duele. Lo que hacemos con ello es lo que importa. Claro que depende mucho de los apegos y de cómo nos pille interiormente. Aunque lo difícil viene siendo lo de asumir que se acabó.

Todo es tan relativo, los terrícolas somos tan frágiles, efímeros y vulnerables que el final nos descoloca porque solemos querer más. Más tiempo con la persona querida, más fuerza para soportarlo, más comprensión, más palabras, más silencios contiguos. 

Sea como fuere ver morir nos recuerda que somos mortales. Ello puede provocarnos premura de vivencias, abatimiento profundo, desánimo, apatía, hiperactividad, insomnio, somnolencia, desgana, hambre... y un sinfín de síntomas derivados del duelo.

Desde sin ganas de hacer nada hasta querer hacerlo todo de golpe. Desde el llanto incontrolable a ni una lágrima. Desde sólo querer hablar de la persona fallecida a que ni te la nombren. Desde necesitar mutismo y aislamiento a acompañamiento continuo. 

Todo ello real y respetable. Hay quien se incorpora al trabajo de inmediato y quienes necesitamos un tiempo de des-conexión. En medio de tanta inseguridad es importante querernos y respetarnos, a y entre nosotros. Sin huir de los hechos ni caer en decaimiento (o sólo una miaja). Permitiendo a nuestros corazones que se vayan adaptando a sobrevivir hasta llegar a latir sin taquicardia. 

Qué curioso es seguir notando nuestros latidos cuando los suyos desaparecen. 

Nos puede parecer mentira seguir respirando cuando ellos ya se han quedado sin aire. Pero aquí, paso a paso, es cuando va bien ir llenando ese agujero de las entrañas con el amor que sentimos, sin más, sin menos. 

Es bien llorar, si así nos lo pide el alma. Es bien dejarse arropar, si así nos lo pide el cuerpo. Es bien seguir viviendo, aunque planee sobre nuestras cabezas la idea de acompañarles. Es bien quererles desde aquí y compartir la añoranza con todas las personas implicadas.



Buen viaje amigo Iñaky 
(ahora quien nos va a hacer la paella?)








viernes, 17 de enero de 2020

gris

Enero es gris, de toda la vida. Frío, pocas horas de luz, resaca de encuentros y desencuentros, esos kilitos de más y aquellos eurillos de menos, el propósito típico de: "este año... " (que luego se queda en agua de borrajas). Una cansinez.

Yo, como cada invierno, haría como los osos. Osea, invernar hibernando. Esperar, aletargada, la llegada de la mágica primavera. Tal vez cuando sea más viejuna lo suavice, compartiendo. 

Existen dos posibles soluciones, conseguir una casa con chimenea (y música y libros) o emigrar a una zona más cálida.

De momento tengo sopa caliente (e infusiones) y me pongo varias capas de ropa. La vida pasa tan deprisa que en ná ya vuelve a hacer calor. Me gustan los calcetines de colores y las botas, pero prefiero las sandalias (y los mojitos).

Soy persona humana muy friolera, aunque lo peor es combatir el bajón que me produce esta época.  Esas ganas de mandarlo todo al carajo y quedarme en la cueva, esa tentación de desconectar y que me la traiga, casi todo, al pairo. Esos ratos en los que mis ojos dejan salir alguna lágrima rebelde. 

También hay momentos buenos. Un rato compartiendo unas birras al tímido sol de mediodía, con bonitas plantas y buena música. Tardes de cafés con amigas... Genial. Mayormente tras el sustaco y el disgusto de la reciente explosión es bien celebrar seguir vivos. (Desde aquí envío mi pésame a los familiares y amigos de los fallecidos).

Suelo ver un rato la caja tonta, tapada hasta las cejas, sacando las manos para hacer punto y jugar a apalabrados, mientras paso niveles de pet rescue (o similares). Un estrés, porque al final me lío contando vueltas mientras busco palabras al tiempo que rescato perretes. Y los de la tele a lo suyo, suerte que tengo un mando que me deja rebobinar. 

Os cuento que tengo un brebaje (Yogi Tea) de "felicidad". Un sobrecico, agua muy caliente, cinco minutos, y ya. Uno de los pocos placeres de las bajas temperaturas, eso y las magníficas puestas de sol, efímeras y luminosas. 


Se admiten propuestas de colores... 
El resto, ya sabéis, lo vamos viendo. 



lunes, 13 de enero de 2020

2020

El año que empieza parece redondo, estéticamente es bonico... le daré voto de confianza.

Ésta Nochevieja la paso conmigo misma. Mola más con pareja y/o amigos,  aunque odio el plan beber a destajo y disfrazarme de felicidad impuesta. Una noche que estamos "obligados" a mostrar-nos dichosos, inmensamente.

La verdad es que yo los "retos" y balances anuales los cuento de cumple a cumple, que es mi propio ciclo vital. Pero bien está que pongamos momentos estelares para disfrutar extra y aguantar hasta el amanecer (aunque estemos hasta el mismi).

Como dice mi hijuca, tal vez estoy un poco "hater". Pero es lo que hay. Me sigue gustando la cosa navideña por lo que tiene de re-agrupación familiar y de regalar buenos deseos. (También me gustan el turrón de yema y el panettone)... El cava me viene apeteciendo todo el año.

Hoy se me vino encima la cansinez, las dudas existenciales, y sí, también la añoranza extrema, esa que estruja el corazón. Os acordáis de esos viejos rodillos de escurrir la ropa?, pues algo parecido!. Cómo lo veis? Tengo posibilidades de seguir progresando? Vuelvo a las andadas (tentaciones tengo)? O me hago propósitos de enmienda? 

Me propongo reciclar, limpiar y esas cosicas caseras, tanto como seguir recuperando-me, en general. En realidad ya he empezado con ello, pero creo que me voy a echar a la calle a por unas gambas, para darle a mi cuerpo alegría, aunque venga envasada al vacío y pelín congelada.

Os cuento que 2019 ha sido rotundo y me ha calado hasta las entretelas por su intensidad y decisiones duras, pero también por y con personas y vivencias muy especiales. 

He recuperado mi oficio de cuidadora (externa y remunerada), hecho que me gusta y me proporciona aquellos papeles que utilizamos los mortales de a pie. Si, esos con los que pagamos los recibos e incluso los intercambiamos por ropa y alimentos. Es bien.

Pues eso, que Feliz Año Nuevo!
(el resto lo vamos viendo)


(lo tenía en borrador desde el 31/12/19)