lunes, 3 de abril de 2017

ruidos

Ayer me permití el lujo de tomarme mi cortado tramposo al sol, en la que ha sido mi terraza estos tres años. Lo disfruté, agradeciendo la calma y el calor, la tranquilidad de este barrio... pensé: cuánto lo voy a echar de menos! 

Inmediatamente recordé que el cafelillo soleado me lo habré tomado diez o doce veces aprox.  

Sólo valoramos las cosas cuando las perdemos? Puede ser, pero también es que en esta casa el silencio externo se ha llenado de ruido interno con tanto ir y venir de personal y de vivencias, algunas tirando a jodidas (otras estupendas).

Es decir que "mucho ruido y pocas nueces". Con lo cual intento recordar los mosquitos y las hormigas persistentes para aligerar la añoranza que ya siento, antes incluso de haberme ido. 

Al venir aquí me propuse quedarme para siempre. Existe parasiempre?? Puse expectativas, ilusión, ganas, realicé mejoras, proyecté otras... y todo quedó en agua de borrajas. Qué cantidad de cambios se han producido en mí en esta casa. Desde decepciones intensas hasta alejamiento profundo de personas cercanas, pasando por mucha terapia jardinera .


Se acabó el recreo, hoy tengo mucha removida visceral. Mañana llevo a mi madre a la residencia, hecho que marca un antes y un después radical en nuestras vidas y que da el pistoletazo de salida a la tan aplazada mudanza. 

Me repito mentalmente "todo va a salir bien". Me hago listas interminables de cosas pendientes, voy tachando lentamente las que se van resolviendo, añado más... en un sin fin de asuntos acumulados. 


Dar de baja, notificar cambio dirección, contratar, des-contratar, regalar, vender, tirar, buscar... y entonces recuerdo la filosofia HARU y me pregunto si realmente necesito todo esto para vivir. Lo agotador es la fase de escoger, cuando todo pasa por tus manos, vista, emociones, recuerdos, vivencias... Aire!!

Ya os lo iré contando que tengo muchos quehaceres.



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