Me he quedao planchá... así empieza la canción "día tonto" de Pastora.
Hoy tengo un día de esos majaderos, sin ganas de salir ni de hablar con nadie, procesando, una vez más, la muerte de una persona cercana. Agradeciendo tanta vida compartida.
Has muerto, Nati, amigas desde hace 40 años. Una maestra para mí. Coincidimos en un momento especial, ambas embarazadas, sin nuestras madres a mano. Fue ese un año muy prolífico en el que tanto mi hermana como mi cuñada como algunas amigas estábamos gestando a la vez. Casi todas esperaban el primero, tú el segundo y yo, aún siendo de las más jóvenes, iba ya por el tercero.
Ahora se habla mucho, y para bien, de los círculos de mujeres. Nosotras ya lo teníamos, a nuestra manera. Albergar un nuevo ser es una experiencia extraña y mágica en la cual salen a flote la fragilidad, la ilusión, nuestros miedos... Nos sentimos vulnerables al tiempo que tan fuertes como para conseguir que un ser humano llegue a ser viable.
Pues así mismamente nos conocimos, en plena creación. Luego llegó tu tercer hijo y compartimos muchas tardes de juegos con los seis churumbeles. Recuerdo el trenecito de velas para los cumples, en el que añadías un vagón según iban creciendo.
Sobre todo te admiro por tu fuerza, tu coherencia, tu humildad, tu sabiduría, tu coraje, tu paciencia y tu capacidad de estar en mil proyectos. Gracias, muchas gracias por enseñarme a tratar con total naturalidad a todas las personas, sean cuales fueren sus capacidades. Es muy bien.
Si pienso en ti me sale una sonrisa del corazón, al tiempo que otra arruga en el alma. Últimamente nos vimos poco, cuánto lo siento. Parece mentira que se me olvide la temporalidad y lo efímeros que somos. Ya sabes, la vida nos empuja hacia adelante y se nos va el santo al cielo (nunca mejor dicho).
Te quiero, te echaré de menos. Un abrazo enorme, persona bonita.
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