Y llegó nuevamente mayo, con sus florecicas, sus muchas horas de sol, sus cambios de temperatura, sus múltiples cumpleaños (familia, amigos... ). Y sí, también con su día 23. Ese por el que paso de puntillas para que ni pinche, ni corte, ni queme.
Nunca he sido faquir (que yo recuerde) pero me da la sensación como de andar sobre clavos, o cristales, o ascuas. Lo más difícil es cuando, como decía mi padre, la vida te hace callo. Entonces es como que te preparas/proteges tanto que te puedes endurecer. Triste, ese bloqueo ante lo chungo puede hacer que pasemos por alto lo bueno. Algo así como que para evitar sufrir se nos olvida disfrutar. Mal.
Los humanos tenemos tendencia a contabilizar por décadas. Como si la temporalidad agrupada pesara o pesase menos. Esa manía humana de etiquetar, controlar y catalogar hasta el infinito. En mi caso y en mis cosas coinciden muchas fechas "decenales". Mi cerebro intenta procesar tanto azar marcado por decenios.
Aún así me siento afortunada, has visto cuantas personas humanas siguen recordándote?. Es tan intenso ser tu madre!. Los seres especiales es lo que tenéis, que nunca morís del todo porque siempre hay alguien que os recuerda. Con tanto cariño que incluso traspasa la fina línea entre vida y muerte.
Tú, Xavi, perteneces a esa categoría de infinito. Aunque en casa te sigamos echando de menos. Aunque al preguntar si ya estamos todos (para zampar macarrones, por ejemplo) mi corazón me da un pellizquito confirmando tu falta.
Tienes la suerte de tener unos hermanos muy chachis que me ayudan, sin querer evitarlo, a seguir aquí, en formato terrenal. Osea que, de momento, puedes seguir haciendo el saltimbanqui tranquilo por ahí arriba. La family y los amigos se encargan de entretenerme para que me siga gustando vivir.
Qué extraño es hablar de vivir ante la muerte, verdad? Pero tú ya me entiendes y... es bien, a que sí?
Te sigo queriendo.
(Gracias a todas las personas que habéis tenido un recuerdo para nuestro Xavi)
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