Hace un par de meses escribía sobre personas que son como islas. Pues vale, hoy quiero hablaros sobre aquellos que nos ofrecen refugio, a ser posible mutuo, (gracias "mi" duende).
Hasta hace muy poco describía alguna situación/relación (importante) como recreo, aunque livianizaba la realidad. La definición de recrear es algo así como: divertir, alegrar y/o deleitar. Es bien. Pero... qué significa refugiar: acoger a alguien sirviéndole de resguardo. Uhm.
Casi que muchomásmejor lo junto y creamos un concepto nuevo: Refugiarnos mientras nos recreamos (y viceversa). Porque en las relaciones auténticas hay una parte de ambas cosas. Esa confianza y complicidad acompañada de alegría es lo que diferencia aquello que nos hace mejores de lo que nos empequeñece.
Reivindico pues potenciar el uso de la recreación refugiante, eso sí, sin que ello exima a nadie de comportarse digna y respetuosamente, obvio. Yo tengo varios refugios recreativos: leer, escribir, la jardinería (aunque sea terrazística), la música, los paseos... y, sobretodo, las buenas compañías.
Cambiando de tema y hablando de asertividad, recibí un mensaje muy bonico que me recuerda que: soy fuerte y sólo dejo que las cosas me afecten un rato, luego otro... pero entre medias vivo. ¿Y cómo puedo dejar de vivir si tengo gentes tan estupendas?.
Pues eso, me entristezco, me decepciono, me canso, noto ausencias, moldeo nuevamente mi corazón y vuelvo a empezar. Porque, como ya sabemos, "si me caigo me vuelvo a levantar" (Verdad Marc?). Ay, como mola recrearse una refugiándose en y con lo mejorcito!.
Voy a disfrutar una miaja de otro de mis recreos... un cafelito al sol primaveral.
(imágenes de @muxotepotolobat)
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