sábado, 21 de abril de 2018

PAS

En la presentación del libro "la dona que no sabia plorar", el autor (Gaspar Hernandez) mencionó el tema de las personas altamente sensibles. Busqué el audio del programa "L'ofici de viure" que hablaba sobre ello. Lo volví a escuchar, lo compartí y realicé el test... el resultado es que soy persona altamente sensible!. 
(Os sorprende?)

Osea, que cuando os preocupáis porque me veis con altibajos, tranquilos, forma parte de estar viva, de esta forma tan mía de vivir viviendo. Entonces, como ya os he contado mil veces, las alegrías son grandes y las tristezas... también.

Con los años y las vivencias me muestro menos explosiva, más calmada, menos impulsiva, más reflexiva, menos agitada, más serena. Pero sigo una miaja apasionada por las cosas y personas que me apasionáis.

Los duelos me van apagando y al tiempo me hacen valorar y sentir aún más. En poco más de nueve meses os habéis marchado de este mundo tres personas muy importantes para mi. Ahora toca reconvertir la añoranza y sumar los buenos recuerdos llevándoos en el corazón.

Volviendo al tema de la sensibilidad, conozco gente que la tiene tan bloqueada que es casi imposible acceder. Las emociones anestesiadas pueden ser muy dañinas para el cuerpo y el alma, ni que decir tiene que incluso para el entorno. Cualquiera que intente asomarse al interior de alguien cerrado se arriesga a recibir un zasca

Y viceversa, osea que para ellos/vosotros puede resultar un auténtico martirio que les/os toquemos sus/vuestros cerrojos.

Con lo cual, a día de hoy, decido que cada cual asuma su forma de sentir, pensar, relacionarse, amar o quedarse en el intento. Porque al fin y al cabo ¿quién soy yo para pretender que nadie sea más feliz de lo que quiere ser?.

Pues eso mismo, cada mochuelo a su olivo... y lo vamos viendo.

Es bien (estaré aquí mismo) 








sábado, 14 de abril de 2018

contraste

Llevo ya muchas muertes y muchos muertos acumulados, así es la vida, que tras el fin nos da como premura de principio, una especie de urgencia de estar aquí y ahora. Aunque sea para llorar la pena, e incluso para ello.

Soy una afortunada, os lo digo a menudo. Tengo la suerte de atreverme a sentir intensamente, las luces y las sombras, con toda la alegría y la tristeza que conlleva. Contar en mi saldo con seres especiales, pese a que sean temporales, es un regalo. 

Mismamente prefiero llevarles en el corazón que habérmelos perdido por miedo a perderles.  

A veces esas fisuras antiguas del núcleo se resquebrajan ante una nueva pérdida, se remueven las entrañas, se parte el alma... hasta que si das un pasito atrás (o a un lado) para ampliar la visión ves que las cosas intangibles son intocables, es decir que nadie nunca te las podrá robar. 

Por otro lado, ante situaciones pelín surrealistas, os agradezco a todas las personas implicadas estar cerca para compartir y acompañarnos mutuamente.  Todo y todos nos vamos ubicando en nuestro sitio, con respeto y cariño, para unir fuerzas repartiendo ternura. Es bien.

El problema viene cuando hay que hacer encaje de bolillos para seguir adelante con el resto de personal, ajeno pero cercano. Cuando una, a pesar de ser como Obelix (gracias mi duende por el piropo), busca refugio para recobrar el equilibrio emocional.


En las relaciones se vale observar y auto-indagarse, preguntar: para qué estoy haciendo esto? y/o por qué digo esto otro si quiero decir aquello que callo?. 

Ser coherente sería lo acertado. Los miedos y las carencias sacan a la luz lo más chungo, podemos revolcarnos en el fango o aprovechar para hacer limpieza.


Esta última semana ha sido potente, muchos contrastes y vivencias, intentando recomenzar entre situaciones kafkianas... reacciones viscerales provocadas por falsas expectativas y mala comunicación (qué contaminados estamos, jopeta). Viene sucediendo cuando se descompaginan las emociones. 


Nos desoxidamos y nos movemos una miaja? Hacia la verdad, a ser posible.