Atreverse a disfrutar de la vida después de un duelo severo, del mazazo que supone enterrar a un hijo, es ser persona muy osada?
Hoy me caí de la cama temprano con este pensamiento en la cabeza. Salí al jardín, vi el sol abrirse paso entre los arboles y me senté a saborear mi café bien caliente, ese que me entona las entrañas.
Estos días, en los que todo va muy deprisa, re-aprendo nuevamente a vivir con intensidad, desde la calma, deleitándome en los regalos extras.
La compañía de los amigos que viven lejos, una cena especial con los que viven cerca, un paseo, cariño, sonrisas, recuerdos... y es que cuando alguien te ha tocado el alma un leve roce es una gran caricia. Un abrazo ya ni os lo cuento...
Cuando sientes tanto dolor en estado puro, tan bestia que deseas morir, si sigues viviendo y traspasas la barrera se rompen casi todos los miedos. Entonces también te atreves a ser feliz, sin más (ni menos).
Eii!! que ya os veo las caras, que tampoco se trata de vivir en la flowerpowerez, que ya sé que hay que seguir afrontando las cosas mundanas. Estar vivo implica responsabilidades, compromisos, esfuerzo, aburrimiento... incluso algún que otro cabreo. Pero dejarme un poquito en el recreo que ya me lo vengo currando, jopeta.
Me gusta sentirme una miaja arco iris, conseguir sonreír a pesar de alguna lagrimilla y seguir adelante confiando en las personas confiables. Acabo de leer en fb:
Este sábado, por fin, disfrutaremos con la paella nuestra de cada verano. Y mientras tanto alguna cañita caerá, digo yo, pa refrescar la calorina.
El mundo sigue girando, el sol releva a diario a la luna (y viceversa)
... a veces está nublado, otras veces hay luna llena...
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