Martes y 13. Después de la cosa navideña hay que encarar lo que cuesta enero, con su frío, con sus días cortos, con su resaca de jugar a ser felices, habiendo dulcificado el tema con abundancia de dulces, todo bien acompañado con porciones de diferentes bichos muertos y todo ello regadito con cava pa bajar la manduca y engañar a la tristeza. (En siendo ñoñica me gusta la navideñez, el problema es que hay demasiadas sillas vacías).

Vale la pena seguir con los proyectos hilvanados el año pasado? Hay que reforzarlos con vainica doble? Lo estoy haciendo medio bien? De ande saco las fuerzas? Y la motivación? Tengo que centrarme, maldita dispersión!!
Ayer mismo, sin ir más lejos, me rallé tanto dándole al coco por algo que pasó por la tarde... que estuve a punto de tirar la toalla e incluso el toallero. (Es que a veces, cada vez menos, le doy muchas vueltas al tarro). Se pueden dar varios "fallos", pecar por exceso o por defecto. O nos pasamos o ni llegamos. Claro que una buena parte depende de las expectativas y del talante.

Al comunicarnos exponemos nuestra visión y objetivos permitiendo que los otros hagan lo propio, de esta forma se evitan los malentendidos, sisi, aquello de las interpretaciones, porque cada uno lo vemos a nuestra manera, se trata de ampliar la visión y mirar desde más ángulos. Amplitud de miras, lo llaman algunos.
Sea como fuere hoy ha salido el sol y me he recargado una miaja con un largo paseo por el campo con mi hija y nuestra perruchina.
(Miércoles 14, esta mañana soleada hemos estado de recados, callejeando, con mis chicas y bebé... hoy vuelvo a sonreír aunque sea tímidamente. Gracias mozuelas).
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