A veces la falta de acción es una reacción, llovido sobre mojado, lo llaman. El caso y la cosa es que cada duelo es diferente, como lo son las personas que nos duelen. También es muy diferente la forma, si te puedes despedir y eso.
Ayer la lluvia y la bajada de temperatura me ayudó a ese proceso de introspección que voy postergando, como buena procrastinadora (trankis que lo estoy dejando). La sensación de las últimas dos semanas ha sido la de sentirme aplastada contra el suelo. Sin amargura, ni angustia, ni nada. Simplemente "que el desorden me acompaña y el descuido me amenaza".
Hoy, después de dormir malamente y de soñar con un dulce beso, justo antes de despertar, ya me voy poniendo las pilas para volver a las actividades de la vida diaria. Voy tachando tareas de la lista de pendientes. Me queda una importante, una visita que me cuesta (ya os contaré si soy capaz).
De vez en cuando recibimos regalos como este, un mar tranquilo que se presenta más vivo para revivirnos. Abandonar por un instante la pesadez para disfrutar del juego, inocente, sencillo, agradable. Y ya, resuena ese clic interior que te despierta de la conciencia anestesiada.
El cuerpo, la mente y las emociones humanas tienen recursos inverosímiles para pasar de puntillas por los pinchos. Hasta que te pinchas y/o sales volando. Volar bajito, una miaja, es bien, siempre que al bajar evitemos el aplastamiento contra el suelo (ojo con el viento).
Venga, a escuchar música mientras seguimos para bingo!
Volpini, me encanta leerte, lo que cuentas y, sobre todo, como lo cuentas. Abrazos (escucharé la canción de Pastora)
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