Secretitos al oído son de vieja (algo así se decía cuando era chiquis).
A veces puede cambiar nuestra imagen, propia y ajena, cuando somos sabedores de ciertas noticias. Nos inculcan aquello del respeto y la empatía, evitar juzgar y todo eso, pero es lo que tiene ser seres humanos, imperfectos e impredecibles.
Guardar información confidencial? Básico. De primero de secretismo. Porque la tentación de: me han dicho que... pero yo ni te lo he dicho... que no se puede decir... Es sólo superada cuando inicialmente te callas, luego te autorizan a contarlo y... la otra persona ya lo sabía! Se te queda una cara como de Pokémon.
El caso y la cosa es que guardar intimidades, siempre que no nos hagan callo en las entretelas, pues ni tan mal. Compartir lo compartible también ayuda a gestionar cosicas de esas intensas. Siempre que encontremos la compañía que acompaña, sin más, sin menos.
Ay! Si yo os contara! Pozi, tengo cuarto y mitad de secretación, reservada para los más reservados. Que luego también los hay que se escandalizan si comparto temas poco usuales, "los trapitos sucios se lavan en casa". Menudo atrevimiento, ir por ahí contando sentimientos, emociones, vivencias. Cachis!.
Vivimos en una sociedad absurda en la que explicar una miaja de ti mismo escandaliza, al tiempo que una ingente gente se deleita con las memeces de los famosillos de turno. Como si ello fuera o fuese importante.
Si nos cuidásemos de cuidar y cuidarnos, propia y mutuamente, sin tantos remilgos ni recovecos quizá llegásemos a eso que está tan de moda: "la verdad", pero la verdadera. Nos atrevemos?
Feliz año, feliz vida... seguimos para bingo. Es bien?.
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