Menudo palabro: procrastinación!. Conocemos el significado?.
Yo estoy en ello. El domingo pasado quedé con dos amigas para ir al teatro, previamente nos tomamos un café. Pues en ese rato distendido me hablaron de procrastinar, mujeres sabias.
A mi me quería sonar el vocablo. El lunes busqué en san google y encontré varias infos sobre el tema. Entre la conversación y lo leído me propuse resolver mi tendencia a postergar tareas tediosas (y/o que me remueven hasta las entrañas).
(Me pregunto si también se contempla como tal dejar las cosas del corazón para mejor ocasión).
Me propuse y me puse a reciclar una de mis cajas arrinconadas. Hice caso omiso a las señales de mi cuerpo, en formato alergia. Me protegí con mascarilla y gafas, seguí con el tema reciclaje/selección/ordenación. Iba bien. Cuando me empecé a agobiar decidí continuar con algo más fácil (el armario del lavabo). Hay que ver cuantos botecitos absurdos guardaba!
Llené una bolsica de cosas inservibles. Pero tenía el runrun de que debía seguir con lo otro, que esto era un sucedáneo, nada urgente. Así estuve lunes y martes, en un sinvivir, ignorando mi falta de aire y obligándome a "ser" más mejor. Porque tenemos unos valores sociales muy arraigados y yo, a veces, me los salto.
Sea como fuere el martes por la noche acabé con fiebre, cosa que derivó en una prueba de antígenos el miércoles (trankis, dio negativo). Y es que ahora es imposible que te miren la garganta sin confirmar el antivirus. Total: faringitis, mocos, dolor de cabeza, febrícula. Vamos lo que viene siendo una galipandria de toda la vida.
El otoño es lo que tiene. Dos días sin poder ir a currar y al tercero acudir a puñaos. Aún arrastraba esa sensación de mente nublada, de ganas de dormir, de ir por la calle entre flotando y reptando. Hoy la lluvia ha sido como el remate, seguimos para bingo.
Pero ojo, aunque me declare (a ratos) procrastinadora, tengo ingredientes para hacer la castañada familiar, incluyendo panellets caseros (a elaborar). Mañana será un día de los disfrutones, con mis churumbeles y sus aledaños. Zampar, decir tontadas mientras hablamos de cosas interesantes, jugar a juegos de mesa (en nuestro caso de sobremesa) y, en definitiva, celebrar que seguimos vivos y honramos a nuestros muertos. Es bien.
Ya sabéis, las flores... en vida.
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