Xavi, el día de tu cumple, celebro seguir viva (también en tu honor). Ser tu madre sigue siendo un halago. Es fácil caer en la dicotomía de seguir aquí cuando tú estás "allí". Difícil expresar lo qué y cómo lo siento.
Este cinco de noviembre ni he puesto una flor en tu pabellón, ni he subido al bosque a plantarte una planta efímera. Tal vez lo haga en cualquier otro momento. El caso y la cosa es que celebré el cumple de una buena amiga y luego comí con tus hermanos. Me pedí una buena dosis de Flores de Bach, para brindar por ti desde mis adentros (merci Isa). Y leí con cariño todos los mensajes que nos felicitan por tu vida (muchísimas gracias).
Tal vez tenias razón, papá. Tu crees que la vida me está haciendo callo?. A veces veo algo de tu dureza en mí. Es jodido, me alejo de la añoranza extrema, de esa que desgarra los entresijos y caigo, sin querer evitarlo, en dejar de sentir. O quizá sólo sea percibir despacito, como en sordina.
Sea como fuere mi reflexión va (una vez más) desde aceptar que la vida sigue hasta recordar que hace demasiado desde nuestro último abrazo, de escuchar tu voz, de mirar ese azul tan vivo en tus ojos. De ver tu cara de guasa al abrir los regalos chorras, de que incordiaras a Poma o chincharas a Elena. Cuantas risas!
Llevarte en el corazón a ratos produce taquicardia. Sentirte en mi alma me devuelve esa sonrisa agridulce, con una miaja de ternura. Gestarte y parirte sigue siendo un privilegio. Te quiero. Quererte es bien.
(Sigues volando bajo?... ten cuidado con los asteroides)