martes, 11 de diciembre de 2018

Momentos

Momentos de cosas de vida.

Aprendes a vivir sin "ellos" (por narices), sigues adelante con tus más y nuestros menos y de pronto vuelve esa sensación de vacío, de pellizco en las entrañas... y te descuajeringas. Porque por muy fuerte que seas la ausencia física sigue siendo jodidamente jodida.

Te intentas animar, te olvidas momentáneamente de las "sillas vacías". Uff!!. Aparece la añoranza, insistente, aplastante. Te pilla desprevenida, en esos instantes en los que bajas la guardia. A veces es cuando estás mejor, a veces simplemente estás despistada.

Una mirada, una sonrisa, un mohín, unas risas, alguna confidencia... y se desmonta la protección, se deshace la coraza como si fuera el chocolate que fundimos para cubrir el pastel. Entonces sólo queda esperar a que recupere consistencia, al enfriarse.

Qué frágil te sientes!. La fuerza que te acompaña esconde una dulzura a prueba de la mayor salazón (tanto que sacan la sal a la mesa porque la lasaña te ha quedado sosa). Esa cosa agridulce que sientes al estar celebrando cosas vitales. Feliz de estar y una miaja triste al recordar cuando en ese "todos" cabíamos más.

A menudo se te olvida estar malamente, incluso llegas a estar francamente contenta. Disfrutando de las cosas (y sobretodo de las personas) con las que te vas llenando. Viviendo el presente, proyectando el futuro inmediato, e incluso el que está un pelín más lejano. 

Conversas con buenos amigos, reflexionas sobre lo que vas aprendiendo... Algún alguien te invita a pasear, a pesar del viento, combatiendo la pereza de las tardes de domingo. Y sonríes, y revives el encuentro familiar de ayer mismo ... y agradeces seguir aquí también hoy. Entonces te dices a ti misma: 


Emma, gracias, es y eres bien  




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