Tenemos tendencia a lamernos las heridas, nos han contado que ello ayuda a cicatritzar. Hasta aquí "normal", el problema viene cuando nos empeñamos en reabrir viejas lesiones, algo que suele ser tan dañino como si las cerrásemos sin curar.
Es como esas pequeñas picaduras de mosquito que rascamos hasta sangrar (con lo fácil que es aplicar un ungüento), luego les pasamos saliva para acabar arrancando la pequeña costra y... vuelta a empezar!.
Mejor sanar antes de pasar página y, sobretodo, dejar de recurrir a magulladuras antiguas que ya apestan. Es tentador lamentarse, lo hemos aprendido desde chiquis... Ni campeones ni quejicas. Pues eso, que ni caer en el lamento constante ni tapar lo que aún supura sin limpiar/desinfectar.
Lo llamamos equilibrio, es aquella zona que está "entre Pinto y Valdemoro" accesible a cualquier persona que se atreva a salir del confort de andar por casa (en bata, zapatillas y sin peinar).
Mi madre siempre presumía de ser muy fuerte y de soportarlo todo sin calmantes, rechazándolos... se pasó la vida enferma, protestando y al final también súper-medicada. Como decimos en Catalunya "entre poc i massa" (ni tanto ni tan poco).
Os confieso que, sin ser adicta e incluso siendo antidoping, cuando me duele me permito a mi misma consumir analgésicos y hasta algún que otro anti-inflamatorio. Es lo que hay.
Claro que todo lo anterior sirve para casos de moderados a leves, en asuntos graves siempre es mejor consultar a un especialista. También se vale prevenir para curarnos en salud.
El lunes empiezo la rehabilitación para mi brazo/hombro, mientras continúo el trabajo de crecimiento personal. Todo es temporal y estoy mejorando (tengo buenos cuidadores, hasta yo misma me cuido). Es bien.
Y hasta aquí por hoy, el verano va aflojando aunque yo lo sigo prefiriendo,
a pesar de las calores. Nos lo vamos contando... una cervecita?.
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