Estaba yo saboreando mi café con leche de recién levantada, reflexionando sobre si tanta empatía y generosidad hacia los demás es buena para quien la ejerce, cuando he entrado a chafardear en FB y he encontrado esta joyita (gracias Olga x compartirlo).
Aquello de ser tan empáticos algunos lo confunden con el "todo vale". Hay personas a las que, por algún extraño motivo, parece como que se lo perdonamos y disculpamos casi todo. Dándoles reiteradas oportunidades. Hasta aquí quizá es bien, pero mi pregunta de hoy es si ello hace que nos respetemos menos a nosotros mismos.
Me viene a la mente aquella frase famosa de "mi libertad empieza donde acaba la tuya" (o era al revés?).
Sea como fuere en nuestro entorno suele haber muchos egoístas ególatras, así como perfeccionistas prepotentes (y viceversa), los cuales vienen siendo poco respetuosos, mayormente con las ovejas negras. Qué lío!. Estructurar la mente, los sentimientos y las emociones queriéndonos mientras seguimos siendo buena gente, también para los demás... Mi cerebro echa chispas, mi corazón ya ni os lo cuento.
Hace un rato conversaba en rehabilitación con una señora muy especial (mientras estábamos enchufadas a los electrodos) sobre lo que nos cuesta que entiendan nuestra forma atípica de enfocar la vida... y la muerte. La importancia de ser coherentes y auténticas, sin comprar ni vender humo. Permitiéndonos tanto la alegría como la tristeza, pasando por lo regulero.
Ah sí, lo de "yo soy así" tampoco me vale. Todos podemos esforzarnos y sacar la parte muchomásmejor que llevamos dentro, la más esencial, aunque sea desde las profundidades más recónditas de nuestro propio ser. Por supuesto cada uno vive como puede y quiere, lo cual puede derivar en ir borrando personal de la lista.
Sin más ni menos oportunidades que las que nos demos recíprocamente.