jueves, 29 de junio de 2017

bajón

Estoy de bajón. Por las mañanas aún sirvo para algo, pero después de comer (poco) me quedo ko tirada por cualquier rincón. Sin ganas casi ni de hablar (con lo charlatana que soy).

El contacto con la muerte es lo que tiene, que tiemblan los cimientos. Por muy preparada que se esté, por muy previsible que sea, por muy escorromoñada que estuviera la persona que fallece... siempre nos remueve. Convivir con el sufrimiento es de una dureza extrema.

Si es alguien cercano encima añadimos el dolor de la pérdida, el desconsuelo del nunca más, el intentar atrapar los recuerdos, el recordar otras muertes de seres muy queridos, el pensar en la nuestra.

La fragilidad de la vida, la temporalidad de ésta, lo absurdo de pretender ignorarlo, la incógnita de cuando nos tocará, el miedo al dolor... 

Ayer volví al tanatorio (gracias por tratarme tan bien), apenas hacía dos días que había estado velando a mi madre y tuve que volver a acompañar un instante a personas de siempre. Han perdido a la mujer, la madre, la abuela (de mi edad). Una familia entrañable que queda agrietada de por vida. Un abrazo enorme.

Creo que ahí, en ese instante, fue cuando me rompí, cuando esa fisura que llevo apedazada se abrió sin más. Y así estoy, llevo dos tardes ausente, simplemente descansando. Sabéis cuándo tienes la gripe que la fiebre alta te impide leer, pensar, hablar, comer y hasta ver la tele? Pos así mismamente me siento.

Comprendo y acepto mi estado y me lo permito, porque sé que pasará. Porque casi nunca me anclo en lo chungo y porque es más que "normal" que esté baja de fuerzas. Han sido años de cuidadora y ahora me sale todo el cansancio acumulado. Ahora sólo me hago cargo de mí, a los demás ya os toca vivir a vuestro aire (a ser posible sin dar el coñazo).

Las cosas de vida han hecho que reaparezca un nuevo amor de toda la vida. Nos reconocemos y lo vamos hablando, acortando las distancias y saboreando el reencuentro. Buen momento para sentirme acompañada en formato pareja. 

Gracias cariño. 

Les comentaba a algunas personas que llorar es bueno y sano, dejar de hacerlo también. Lo mejor es soltar las emociones, gestionarlas como buenamente se pueda y sonreír aunque sea entre lágrimas (la famosa sonrisa arco iris). 


Busquemos algún momento que nos llene de ternura, 
aunque sólo sea para suavizar tanto desconsuelo.





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