Hay días, como el de hoy, en los que todo retrocede. Crecen los sentimientos, las emociones, la añoranza, los recuerdos, el desasosiego... entonces sólo me apetece el silencio, la tranquilidad del patio de atrás, un café, un libro, plantar un rosal... y cuando me vence el cansancio dejo salir las lágrimas, para intentar suavizar el dolor.
El contacto con la naturaleza, tocar la tierra con las manos, limpiar el terreno, contemplarlo, sembrar semillas con la ilusión de verlas crecer.
Abrigarme cuando se va el sol, tomar algo caliente, distraerme un rato con música, descansar, sentir la tranquilidad.
Hay momentos en los que todo ello sirve, ayuda, llena, suma, esperanza. En ocasiones es todo lo contrario. Ahora mismo siento una mezcla extraña de sosiego y dolor profundo, de calma y tristeza infinita, de ganas de que vuelva a salir el sol y deseos de luna, de querer hablar con alguien y de estar callada, de ver una buena peli y/o apagar la tele.
Me pregunto si me estaré volviendo loca, o mayor, o pasota, o sabia, o inconsciente. He perdido mi rebeldía, me aburren las memeces (esto es una cosa nueva para mi). Siempre he tenido millones de cosas que hacer, personas que atender, responsabilidades que asumir, cargas que cargar, descargar para sanar. Hasta aquí!
Quiero quedarme a vivir en esta casa, hacer de ella mi hogar, ir arreglándola a medida que me arreglo yo, cuidar el jardín, plantar un árbol sabiendo que, mientras esté viva, lo veré cada día.
Llevamos viviendo en ella justo un año. Hace meses que vuelvo a tener esa cosica de llegar y sentir "mi casa" según me voy acercando. Aunque sea viejales, aunque haga frío, aunque el suelo sea feo... desde mi ventana veo el campanario, el horizonte, se que por allí a lo lejos habita el mar (y tengo muy buenos vecinos).
Cada noche, después de desear buen descanso a mi gente, les recuerdo a mis ancestros mi deseo, entre otras cosas de buen hacer y de mejor desear.
El contacto con la naturaleza, tocar la tierra con las manos, limpiar el terreno, contemplarlo, sembrar semillas con la ilusión de verlas crecer.
Abrigarme cuando se va el sol, tomar algo caliente, distraerme un rato con música, descansar, sentir la tranquilidad.
Hay momentos en los que todo ello sirve, ayuda, llena, suma, esperanza. En ocasiones es todo lo contrario. Ahora mismo siento una mezcla extraña de sosiego y dolor profundo, de calma y tristeza infinita, de ganas de que vuelva a salir el sol y deseos de luna, de querer hablar con alguien y de estar callada, de ver una buena peli y/o apagar la tele.
Me pregunto si me estaré volviendo loca, o mayor, o pasota, o sabia, o inconsciente. He perdido mi rebeldía, me aburren las memeces (esto es una cosa nueva para mi). Siempre he tenido millones de cosas que hacer, personas que atender, responsabilidades que asumir, cargas que cargar, descargar para sanar. Hasta aquí!
Quiero quedarme a vivir en esta casa, hacer de ella mi hogar, ir arreglándola a medida que me arreglo yo, cuidar el jardín, plantar un árbol sabiendo que, mientras esté viva, lo veré cada día.
Llevamos viviendo en ella justo un año. Hace meses que vuelvo a tener esa cosica de llegar y sentir "mi casa" según me voy acercando. Aunque sea viejales, aunque haga frío, aunque el suelo sea feo... desde mi ventana veo el campanario, el horizonte, se que por allí a lo lejos habita el mar (y tengo muy buenos vecinos).
Cada noche, después de desear buen descanso a mi gente, les recuerdo a mis ancestros mi deseo, entre otras cosas de buen hacer y de mejor desear.
Hasta mañana, que descanses y pases buenas noches...
y que sueñes con los angelitos.
Uff, anoche escribí todo lo anterior y me quedé sin publicarlo por un fallo de wifi. Hoy debo añadir que lo de la mona con la fillola inaccesible viene siendo difícil, pero pasar la jornada con casi todos mis hijos, de buen rollo, y con el extra de la tarde con las sobris, los peques (y los cuñaos) ha sido un regalo. Gracias.
Espero y confío que desde Alemania también se lea mi blog.
(Feliz cumpleaños Emma T. Tondo)
(Feliz cumpleaños Emma T. Tondo)
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