Esta mañana se me han acabado las pilas hasta el punto de sentirme centenaria, iba andando por la calle talmente como una anciana. De esas veces en que la vida me pasa la mano por la cara y dice: afloja una miaja petardi, que ya tienes una edad!
Un ratito al sol, quitar dos hierbajos, un poco de seguir con el recicle de enredos propios, un cafelillo poniéndome al día de la novela, ver una charla preciosa y ahora escribir escuchando al gran Leonard Cohen al tiempo que converso con un amigo... y ya estoy medio repuesta. A esto lo llamamos vivir.
Sentir tanto la vida sigue siendo una dicotomía...
Ayer mi hijo Marc me llamó cañera, siempre he sido pelín rebelde. Confieso que remontar la muerte de Xavi es la prueba más dura de todas las que he tenido que "superar". A menudo pensar en él me produce una mezcla de amor, llanto silencioso (con ese regusto de tristeza) y esa sonrisa de las que hacen cosquillas en el corazón.
Por mi misma, por ellos, por nosotros, por vosotros, por los que están por venir... si me caigo me vuelvo a levantar. Gracias hijucos (valee y nietis y bebé).
Agradezco los gestos amables, la ironía sutil, las conversaciones "inteligentes", las profundas, las divertidas, los cafés en compañía, los proyectos, las miradas limpias, la complicidad...
Mismamente que quien se quiera salvar que aprenda a nadar y/o se compre un flotador porque ya dejé de ejercer de salvadora. Ahora hago de acompañadora de las personas que quieran compañía mutua y, sobretodo, de mi misma. Me acompaño mayormente porque es conmigo con quien paso las 24 horas del día de cada día, de hoy y del resto de mi vida.
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