Caminando por la calle volviendo a casa rocé, sin querer evitarlo, un trozo de pared de piedra. Noté el calor que devolvía del sol y entonces fui tocando otras paredes, solo rozando, para notar los contrastes de temperaturas y texturas.
Como mi mente siempre está cavilando empecé a pensar en que entre las personas también hay esas diferencias (entre muchas otras, claro está) unas reciben el calor y lo transmiten a quien se acerca y otras, por más que les de el sol siguen frías como témpanos. Puede ser que la falta de calidez interior necesite absorber en exceso del exterior, o todo lo contrario.
Hoy he tenido un día de contrastes intensos. Por la mañana hemos recibido la visita de dos personas nuevas (muy contenta de conoceros, graciass). Después mi compi y yo hemos trabajado en tema presentación proyecto. Una escapadita al recreo bien acompañada. A por el pan, comer en casa...
Y pasito a paso ha ido pasando el tiempo con momentos cálidos hasta que, al caer la tarde, en medio de una conversación distendida con hijo y amigo, comiendo pipas en la cocina de casa... mantenía una charla paralela, vía whats, con alguien que ha terminado llamando... para confirmar que a veces cuesta un mundo entenderse, que cada uno tiene su momento y aunque sientas que lo entiendes todo en realidad te quedas a dos velas.
Con lo fácil que viene siendo reconocer ese calorcito que dan las personas buenas, acurrucarse en los sentimientos nobles, reconocer esas sensaciones como de sonrisa interna que te provocan las palabras bien dichas... qué ganitas de reconducir tanto estropicio... qué mal sabor de boca tanta regañina... suerte que somos mucho más que esos errores absurdos.
A veces nuestras decisiones provocan acciones y reacciones propias y ajenas desmesuradas... a quien corresponda pido tiempo y comprensión, tal como suelo hacer yo (casi siempre).
Que ni equivocarse puede una, cagoentó,
jopeta qué caro saber que "solo soy una persona"
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