He empezado regulinchi, leyendo los mensajes que, amorosamente, recibimos en tal fecha. He pedaleado un buen rato en mi bici de andar por casa (estática), me he preparado para salir al mundo y... he acabado acarajotá con mi droga favorita: Petrar, o lo que es lo mismo, jugar a Stardew Valley.
Sí, tal vez os sorprenda mi parte más humanoide. Y más aún que lo confiese impunemente. Así es la vida. Un juego inocuo, sencillo, que me hace concentrarme en conseguir las pruebas pertinentes y dejar de darle vueltas al coco.
Trece años son una eternidad, a veces me sorprendo por lo que me cuesta llorar y de pronto me salen lagrimones, sueltos, ante una escena de una serie, una canción, un olor. Imagino que conecto con esa añoranza tan profunda que tiene mi alma en vilo.
Sigo adelante, hago cosas, me relaciono con personas del mundo mundial. Soy empática, resolutiva, resiliente... saco fuerzas de flaquezas y bla, bla, bla.
Pero hay épocas en las que se abren las suturas y me inunda esa tristeza tan difícil de explicar, esa tan honda que cala hasta las entrañas. En esos momentos me parece mentira seguir aquí, viviendo, disfrutando de la familia y los amigos, trabajando, teniendo objetivos.
Entonces se enciende esa lucecita que, sin duda, aviváis los que estáis sin estar, que ya venís siendo multitud. Se mezclan los sentimientos/recuerdos a niveles casi imposibles de conciliar.
Xavi, cómo hago para tener ganas de vivir sin volver a abrazarte, mirarte a los ojos, sentir tu voz, iluminarme con tu sonrisa... ay!
Pozi, porque eso tan manido de llevarte en el corazón es una verdad verdadera. Como llevo a mis otros hijuquis (nietis y bisnieti), ello y elles me dan vida.
Punto y aparte.
Ahora ya es media tarde y me he puesto una miaja en marcha. He comido con "los peques", he hecho un intento de tarta (le han sobrado cinco minutitos de horno) e incluso he fabricado bombones caseros (chocolate, negro, caliente y luego frío).
Es bien?
Va por ti, Xavi, porque tu esencia sigue muy presente, hasta el infinito...