jueves, 29 de agosto de 2019

silencio


La semana pasada fue muy intensa, operación de apendicitis de hijo (con jamacuco incluido), coincidiendo con reencuentros/visitas importantes (más dormir dos noches en casa de la señora que cuido)... Potente, todo ello me produjo revoltijo en las entrañas, para variar. Es curioso cómo nos afectan las emociones.

Hemos vuelto a estar en contacto con la fragilidad de la existencia, tanto que casi casi vuelvo a tener tentaciones de recreo. Y encima en lugar de ir a "mi" playa me fui a otra, esa en la que pasé unos días con el que era mi refugio. Si es que, ya me vale!.

En la arena, tumbada al sol, pensaba en los ruidos y el silencio. En cómo ejercitar la percepción de los sentidos para escuchar sólo las olas, por encima de los ruidos humanos. Conseguí percibir el sonido del mar, acallando lo mundano, menudo regalo!. Os invito a probarlo, pasar de lo superfluo para calmar una miaja la mente.


Paseé, me bañé, me tumbé, volví a pasear y de pronto estaba frente al chiringuito azul de los gintonics de aquel verano. 

Sigue cerrado, como nosotros, con lo bonico que era. Le hice una foto al cartel y lo compartí en insta y FB con la frase: "mira... como mi corazón".


A puntico estuve de enviar un whats, pero me contuve (shhh). Hay quien sigue afirmando (a estas alturas) aquello de que "los hombres son de marte... ". Me vais a permitir que siga pensando/sintiendo que lo importante es ser personas humanas del mundo mundial, verdad?

Gracias vida por dejarlo en un susto, gracias churumbeles (y family) por ser y estar, gracias "sevillanos" por vuestra cercanía y familiaridad, gracias amiga por confiar en mí para ayudar con tu madre. Y gracias amigas/os por estar cerca y disponibles para conversar, escuchar, vermutear, comer, cenar... 
Es bien.

Seguimos compartiendo vivencias 
(cuanto se os echa de menos a los moridos, jopeta)



lunes, 12 de agosto de 2019

tormenta

2:30 h. Hay tormenta. Por fin llueve y estoy desvelada. Siento una tristeza de esas profundas y pienso: qué pena!.

Buscaba una imagen y se me ha ocurrido mirar fotos y whats de hace dos años, momento en el que todo apuntaba a vivir ese amor pendiente y latente de toda la vida. Gestos y palabras llenos de cariño, de buenas intenciones, de deseo de estar juntos y de promesas cargadas de esperanza.

Una vez más todo ha terminado. Buenos momentos, malos momentos. Vivencias intensas que nadie nos podrá robar. Pero... otra ruptura que destroza la ilusión. Este último mes sin vernos ni hablarnos, sin mandar ni señales de humo está siendo duro, raruno, revuelto, liberador, frustrante, solitario. Pura desilusión.

Todos conocemos parejas duraderas felices, otras reguleras y algunas tan temporales como las mías/nuestras. Es bueno hacer balance porque cuando algo se acaba la sensación de chunguez, de que todo queda en nada, puede superar la verdad inicial y hacernos dudar de los sentimientos primeros, primitivos, primarios.

Nos vimos tan seguros, tan indestructibles, que descuidamos la cualidad/calidad, la base de ternura, sinceridad, autenticidad y cercanía que facilita la unión. Las cosas sencillas del día a día, la chispita de magia.

Nuevamente la realidad nos pasa la mano por la cara recordando que todo es efímero, que es necesario valorar y cuidar, ser y estar para disfrutar y dar continuidad a lo bueno.

Las personas morimos, algunas relaciones también (otras superan incluso la muerte). Triste, muy mucho. Toca alzar la vista, agradecer lo compartido, incluso añorar tímidamente y, cuando pase el tiempo necesario para respirar y sanar el dolor, recordar con una sonrisa los regalos vitales recibidos (y entregados).


Sin rencor, sin desamor, sin odio ni rabia. Desde el cariño más profundo. Dejar ir minimizando daños y deseando lo mejor. Entendiendo y aceptando que las personas queridas siguen formando parte de nuestra esencia, desde el corazón hasta el alma. 

Gracias por atrevernos a volver a intentarlo, gracias por el intercambio amoroso, gracias por haber sido recreo y refugio (mutuo). Es bien. 
Ojalá nos permitamos, algún día, volver a ser amigos (como personas humanas).




lunes, 5 de agosto de 2019

Ups!

Me disponía a transcribir unas notas que apunté el otro día y... me chiva (el chisme este de estadísticas) que ayer algún alguien visitó 49 páginas!! Gracias, seas quien seas 😊 

Bueno, voy a lo que iba, ahí va:

Me gusta el mar con muchas olas, escucharlas, saltarlas jugando, disfrutar. Me gusta el sol que pica. También el frío que quema, el viento que revuelve renovando, la lluvia que limpia, la nieve que ilumina. La playa más suave, la montaña más escarpada... La gente con sangre, la vida!.

Hoy me he regalado un rato libre en lo que más me conecta, la playuki. Pronto, poco calor, menos personal. Y la naturaleza me regala esa chispa extra de oleaje. 


En el coche, mientras venía conduciendo, he cogido (como siempre) un CD al azar. Me ha salido una música que ni recordaba tener, cantaban sobre perder (prefiero dejarte ir y aprender a vivir sin ti 🎶), adioses y esas cosas que llevan los desamores. Pues en lugar de llorar he cantado alto y, al llegar aquí, me he lanzado a zambullirme en el agua. Es bien.

Voy volviendo en mí. Gracias, personas humanas que seguís a mi lado, acompañando mi temporal fragilidad. Estoy sacando fuerzas de flaqueza para volver a empezar, otra vez, (o simplemente seguir) sin más, sin menos.

Me he venido a un (otro) chiringuito a tomar una tónica, sin gin, para seguir disfrutando de la brisa y el sonido sin quemarme. De paso pensaba leer y/o escribir. Mala idea, se empeñan en poner musiquejas y encima se sientan justo al lado (mira que hay sitio) unos cansinos en plan blablabla. 


Ni tan mal,  me quedo con el placer del paseo y el baño 
Ci vediamo, Mediterráneo

(by @muxotepotolobat)