La semana pasada fue muy intensa, operación de apendicitis de hijo (con jamacuco incluido), coincidiendo con reencuentros/visitas importantes (más dormir dos noches en casa de la señora que cuido)... Potente, todo ello me produjo revoltijo en las entrañas, para variar. Es curioso cómo nos afectan las emociones.
Hemos vuelto a estar en contacto con la fragilidad de la existencia, tanto que casi casi vuelvo a tener tentaciones de recreo. Y encima en lugar de ir a "mi" playa me fui a otra, esa en la que pasé unos días con el que era mi refugio. Si es que, ya me vale!.
En la arena, tumbada al sol, pensaba en los ruidos y el silencio. En cómo ejercitar la percepción de los sentidos para escuchar sólo las olas, por encima de los ruidos humanos. Conseguí percibir el sonido del mar, acallando lo mundano, menudo regalo!. Os invito a probarlo, pasar de lo superfluo para calmar una miaja la mente.
Paseé, me bañé, me tumbé, volví a pasear y de pronto estaba frente al chiringuito azul de los gintonics de aquel verano.
Sigue cerrado, como nosotros, con lo bonico que era. Le hice una foto al cartel y lo compartí en insta y FB con la frase: "mira... como mi corazón".
A puntico estuve de enviar un whats, pero me contuve (shhh). Hay quien sigue afirmando (a estas alturas) aquello de que "los hombres son de marte... ". Me vais a permitir que siga pensando/sintiendo que lo importante es ser personas humanas del mundo mundial, verdad?
Gracias vida por dejarlo en un susto, gracias churumbeles (y family) por ser y estar, gracias "sevillanos" por vuestra cercanía y familiaridad, gracias amiga por confiar en mí para ayudar con tu madre. Y gracias amigas/os por estar cerca y disponibles para conversar, escuchar, vermutear, comer, cenar...
Es bien.
Es bien.
Seguimos compartiendo vivencias
(cuanto se os echa de menos a los moridos, jopeta)