miércoles, 20 de junio de 2018

relaciones

Pasamos la vida relacionándonos. Los ermitaños también... Porque sea como fuere con quien vamos a seguir estando las 24 horas del día, de cada día, del resto de nuestras vidas, es con nosotros mismos.

Yo estoy mejorando la relación conmigo. Y es que se me han pasado 60 años, en un suspiro, priorizando en plan servicial. Hasta el mismi ando de tanto conceder. 

Os pasa a vosotros que hay gente que sólo se acuerda de una cuando necesita algo? Menudo coñazo! Hacer de hija, madre, abuela, bisabuela, señora de, subordinada de... Venga ya! Ahora viene la parte más difícil, porque en siendo mujer de una cierta edad parece que queda clara la función vital... ser chica para todo. 

Hoy estoy pelín rebelde (se me nota mucho?). Me viene apeteciendo dejar de ser cuidadora universal y, además, que para variar alguien me cuide a mí una miaja. Por comprobar qué se siente. Es bien?

Volviendo al tema principal: las relaciones. Es muy interesante reconocer de qué forma nos relacionamos con las personas. Hay quienes nos ofrecen conexión más terrenal, muy física. Otros son como más intelectuales, muy de coco. También los hay en plan más anímico, muy espirituales. Sin dejar de lado los amigos de risas, muy alegres. O aquellos que siempre están tristes, muy negativos. Y ya ni os comento los cansinos, muy ególatras. 

Y qué decir del vínculo de pareja? Nos han engañado contándonos que existe alguien, en algún lugar, que va a llenar todos nuestros vacíos. Os lo habíais creído? Pues es mentira, de las gordas. Nada ni nadie puede cubrir todas nuestras carencias ni desbloquear nuestros traumas. Sólo desde nuestro yo más profundo podemos intentar recuperarnos, eliminando lo obsoleto.

Mientras tanto podemos, si nos apetece, seguir intentándolo. Siempre y cuando abandonemos, de una vez por todas, las faltas de respeto y de empatía. Tomando conciencia de que el pasado queda atrás. Encontrando el equilibrio entre dar y recibir, aportando estabilidad, vitalidad, alegría... entonces sí que vale la pena perder una chispa de libertad y ser compañeros de camino. Te apuntas, corazón?

Os lo voy contando, me lo vais diciendo. 









lunes, 18 de junio de 2018

verde

Como llevo ya casi cinco años escribiendo en mi blog (232 entradas) me despisto y al igual repito temas... si es así por algo será.

Hoy me apetece "hablaros" sobre el verde. Si, ese color tan especial, que evito para la ropa y la decoración hogareña, y que admiro cada vez más en su estado natural, osea en la naturaleza. 

Volvía yo el otro día de mi retiro mensual en la montaña y me inundaba el verdor del entorno, del paisaje, el cambio del blanco invernal a la lozanía tras tanta lluvia. Precioso, alegre, esperanzador, vital, apaciguador. 

Como el paseo por el campo cruzando el rio. 
Aunque ahora mismo resuena en mí la canción de nuestros amigos Delafé "verde es la flor antes de tornarse color". Porque hay cosas que las llevamos siempre puestas. En el camino de vuelta la escuchaba... Entonces la grandeza de esos pasos entre montañas, al lado de pantanos rebosantes de aguas verdes, me devolvieron a mi tamaño real. Ni enorme ni minúscula. 

Ya sabéis que soy una persona afortunada, a pesar de todo, porque soy muy rica en material humano (siii, tb xq vengo en formato XL 😉). Estoy rodeada de personas estupendas, algunas en procesos chungos, otras más liberadas, pero con una calidad digna de admirar.

Comparto camino vital con seres muy diversos, observo, contrasto, escucho, dialogo, aprendo, coincido, discrepo.  

La semana pasada, en la clase de crecimiento, la "profe" nos leyó un texto y cada una tenía que escribir tres palabras y desarrollar su elección. Eramos 11 mujeres, cada cual interpretó la lectura de una forma diferente! Es bien. Ponerlo en común nos enriquece, al tiempo que nos recuerda eso, que es importante entender la perspectiva. Cada uno procesamos como sabemos y podemos.

Qué tiene que ver esto con el verde? Pues ni idea, empiezo a escribir con una imagen y la vida me cambia el color.
Hoy me mola el arco-iris, ese de la sonrisa del poema de Mario Benedetti





sábado, 2 de junio de 2018

a veces... cuesta


Será por la "dacriocistitis aguda", o bien por los antibióticos, o por la removida de tripas que éstos provocan, o tal vez por la resaca del intenso mes de mayo... sea como fuere estoy ko técnico.   

En esa fase en la que parece que nada sirve y que las posibles motivaciones andan a toporcu. Entonces me da por reflexionar, por plantearme cosas de esas que llamamos existenciales, y, claro está, en haciéndolo desde momentos bajos el resultado es desesperanzador. 

Salen a la luz parte de las sombras, desordenadas, agolpándose, colapsando la salida (como mis lágrimas ante el tapón del canal lacrimal). Se amontona el desanimo en mi cerebro y se me revuelven las entendederas.

Me he pasado la vida superando y/o soportando pruebas de muchos tipos... familiares, amorosas, económicas, laborales, duelos (algunos severos)... y siempre, tarde o temprano, vuelvo a asomar la cabeza para asirme (aunque sea a un clavo ardiendo) y salir nuevamente a flote.

Es un suma y sigue constante, con esa intensidad que me hace sentir lo bueno, lo regular y lo más chungo. Afrontando desamores y soledades, al tiempo que tejiendo una muy buena red de amigos, potenciando la unión del clan. Es bien, pero empiezo a estar cansada, con ganas de jubilarme del todo y de todos...


Ay! cuantas cosas de vida!!

Lo anterior lo escribí hace un par de días. Ayer ya me eché a la calle, fui a la clase de los viernes, me tomé un gintonic a media tarde con dos buenas amigas, me saqué las pulgas... y hoy nos vamos de excursión a la montaña las tres mosqueteras. Porque la existencia sigue y yo con ella.



Sí, ya sé que algún alguien pensará "ya está Emma con sus altibajos" 
Pozi, se llama estar viva y ser persona humana.
Nos vamos viendo, os lo voy contando.