Prueba superada?. Primeras navidades sin ti, mamá, y sin ti Ramonfaraón, mi amigo/hermano del alma. Primeras contigo, mi compañero de vida.
Raruno, agridulce, entrañable, distinto, suave...
Cuesta definir tantas sensaciones coexistiendo. Recuerdo las del año 1991, las posteriores a la muerte de mi padre, el intento de todos de seguir celebrando sin la estrella principal... qué duro y frío me resultó. Yo tenía ganas de llorar, de hablar de él, de confesar cuánto le añoraba, de dedicarle un brindis y/o de esconderme bajo la mesa. Me contuve, aún ignoraba que lo más sano para mi dolor era expresarlo y compartirlo.
Llorar, brindar, hablar, recordar, sonreír... es bien. Sin abundar en melodramas, victimismo, suplicio, zozobra, ni silencio excesivos. Lo que viene siendo sentir y gestionar las emociones como buenamente se pueda y sepa.
Esta vez hemos compartido cena de Nochebuena mi pareja, mis hijos, nietos, bisnieto y yo. Con nuestro cagatió, Papa Noel y lo que suele ser costumbre en estas fechas. Por mi parte grato, por la de ellos... chi lo sa. Navidad, repetimos unos cuantos, el resto a otros rebaños, conversación/disertación interesante de sobremesa en la que asoman (sanas, espero) discrepancias con la intensidad que nos caracteriza. Lo normal en estos casos.
Y llega el dia de Sant Esteve, día de familia y amigos cercanos a cal Ramon, comida deliciosa cocinada con cariño, copas levantadas, villancicos al son de la guitarra de su fillola (mi hijuca), su/tú emotiva canción... Tu mujer, vuestros hijos, vuestros nietos, nosotras, vosotros... qué cerca te sentimos, amigo, y qué lejos estás. Cuanto amor en tu honor!.
Ayer, jornada de resaca con fondo de tristeza, acompañada de empacho, añoranza, dulzura, recuerdos, recuento. Y a otra cosa mariposa, a pensar en cómo celebrar la nochevieja y a preparar algun detallito pa que traigan los reyes magos. Una miaja de magia nos iría niquelá.
Hoy ando un poco peleada conmigo misma y con el mundo, espero que los aires del Pirineo Oriental me despejen la mente y me limpien el corazón. Mañana carretera y manta, a la nieve que abriga el alma.
Cuesta definir tantas sensaciones coexistiendo. Recuerdo las del año 1991, las posteriores a la muerte de mi padre, el intento de todos de seguir celebrando sin la estrella principal... qué duro y frío me resultó. Yo tenía ganas de llorar, de hablar de él, de confesar cuánto le añoraba, de dedicarle un brindis y/o de esconderme bajo la mesa. Me contuve, aún ignoraba que lo más sano para mi dolor era expresarlo y compartirlo.
Llorar, brindar, hablar, recordar, sonreír... es bien. Sin abundar en melodramas, victimismo, suplicio, zozobra, ni silencio excesivos. Lo que viene siendo sentir y gestionar las emociones como buenamente se pueda y sepa.
Esta vez hemos compartido cena de Nochebuena mi pareja, mis hijos, nietos, bisnieto y yo. Con nuestro cagatió, Papa Noel y lo que suele ser costumbre en estas fechas. Por mi parte grato, por la de ellos... chi lo sa. Navidad, repetimos unos cuantos, el resto a otros rebaños, conversación/disertación interesante de sobremesa en la que asoman (sanas, espero) discrepancias con la intensidad que nos caracteriza. Lo normal en estos casos.
Y llega el dia de Sant Esteve, día de familia y amigos cercanos a cal Ramon, comida deliciosa cocinada con cariño, copas levantadas, villancicos al son de la guitarra de su fillola (mi hijuca), su/tú emotiva canción... Tu mujer, vuestros hijos, vuestros nietos, nosotras, vosotros... qué cerca te sentimos, amigo, y qué lejos estás. Cuanto amor en tu honor!.
Ayer, jornada de resaca con fondo de tristeza, acompañada de empacho, añoranza, dulzura, recuerdos, recuento. Y a otra cosa mariposa, a pensar en cómo celebrar la nochevieja y a preparar algun detallito pa que traigan los reyes magos. Una miaja de magia nos iría niquelá.
Hoy ando un poco peleada conmigo misma y con el mundo, espero que los aires del Pirineo Oriental me despejen la mente y me limpien el corazón. Mañana carretera y manta, a la nieve que abriga el alma.
Con la luna, una estrella... o dos o tres.
Sigo/seguimos pensando en vosotros, papá, Xavi...