Aunque suelo tener a mano mi libreta estos días ando un poco liada y ni se ande anda. Así que intento escribir "a pelo" a ver que sale.
Hace poco mi hija publicó una nota en su fb, muy emotiva, a la cual yo contesté: Uff... Elena, a mi me pasa lo mismo... qué duro es todo (incluido el ciclismo) sin él. Sin ti, Xavi, la vida pierde color...
Pues bien, hoy añado que ayer fue un día lleno de regalos en el que vivimos el mundo ciclista de cerca y con ilusión. Contigo, hijo, muy presente al mirar a los ojos de tus compañeros de fatiga. Con la buena acogida, como siempre, de la gente de tu equipo. Con el respaldo de nuestros amigos y compis.
Porque cuando sobrevives al dolor intenso la mirada cambia y la perspectiva se agranda. Entonces una puede escoger entre ver lo chungo y la gente que olvida lo inolvidable o ajustar la visión para enfocar lo auténtico y a aquellos que son de verdad. Los que suman, los que te producen esa sensación de confianza.
Confieso que por la mañana, mientras trasteaba entre fogones (cocinando los platos típicos de estos días) me daba mucha pereza acercarme a la meta de "La Volta". Leí lo que había escrito mi hijuca, me emocioné, recibí una llamada justo entonces recordándome que "tenía" que asistir. Valoré el esfuerzo de unos cuantos para sacar adelante nuestra propia carrera. La tuya, Xavi... y me deje llevar.
Bien acompañada. Buen recibimiento, sonrisas... y el resto vino rodado. Incluso tu hermana y yo seguimos atentas en el monitor los últimos km animando a un amigo que casi gana. Nervios, carreras para intentar cumplir objetivos y, una vez conseguidos, esa sensación de agradecimiento y de cosquillas en el corazón.
Tenemos buena ayuda, porque algunos recuerdan, recordamos, que tu memoria y tu legado siguen estando aquí muy presentes y nosotros queremos seguir haciendo cosas... aunque a veces asome alguna lágrima rebelde.
(Después de toda la removida emocional agridulce...
Hace poco mi hija publicó una nota en su fb, muy emotiva, a la cual yo contesté: Uff... Elena, a mi me pasa lo mismo... qué duro es todo (incluido el ciclismo) sin él. Sin ti, Xavi, la vida pierde color...
Pues bien, hoy añado que ayer fue un día lleno de regalos en el que vivimos el mundo ciclista de cerca y con ilusión. Contigo, hijo, muy presente al mirar a los ojos de tus compañeros de fatiga. Con la buena acogida, como siempre, de la gente de tu equipo. Con el respaldo de nuestros amigos y compis.
Porque cuando sobrevives al dolor intenso la mirada cambia y la perspectiva se agranda. Entonces una puede escoger entre ver lo chungo y la gente que olvida lo inolvidable o ajustar la visión para enfocar lo auténtico y a aquellos que son de verdad. Los que suman, los que te producen esa sensación de confianza.
Confieso que por la mañana, mientras trasteaba entre fogones (cocinando los platos típicos de estos días) me daba mucha pereza acercarme a la meta de "La Volta". Leí lo que había escrito mi hijuca, me emocioné, recibí una llamada justo entonces recordándome que "tenía" que asistir. Valoré el esfuerzo de unos cuantos para sacar adelante nuestra propia carrera. La tuya, Xavi... y me deje llevar.
Bien acompañada. Buen recibimiento, sonrisas... y el resto vino rodado. Incluso tu hermana y yo seguimos atentas en el monitor los últimos km animando a un amigo que casi gana. Nervios, carreras para intentar cumplir objetivos y, una vez conseguidos, esa sensación de agradecimiento y de cosquillas en el corazón.
Tenemos buena ayuda, porque algunos recuerdan, recordamos, que tu memoria y tu legado siguen estando aquí muy presentes y nosotros queremos seguir haciendo cosas... aunque a veces asome alguna lágrima rebelde.
Gracias a todas las personas que estais ahí, trabajando para ello. Por ti, Xavi.
(Después de toda la removida emocional agridulce...
hoy me he dedicado a plantar flores y... a hacer torrijas).